Cada día podemos observar como aumenta el interés de las personas por conocer los beneficios de tener hábitos saludables para poder disfrutar plenamente la vida. Por esta razón, es necesario saber que una buena nutrición también es esencial para tener un mejor rendimiento en el deporte y mantener un cuerpo sano.

Hay que tener presente que los malos hábitos alimenticios junto con la inactividad física originan la mayoría de las enfermedades actuales, como son: diabetes, gastritis, estreñimiento, migrañas, tumores, problemas hormonales, anemia, obesidad, infecciones virales, entre otras. Diariamente debemos alimentar a las millones de células que conforman nuestro organismo, debido a que el buen funcionamiento del cuerpo humano depende de la integridad de nuestras células; por lo tanto, lo ideal es contar con una dieta balanceada que considere la ingesta correcta de los tres grandes grupos en que se clasifican los alimentos: los carbohidratos,  las grasas y las proteínas.

Los carbohidratos son la principal fuente de kilocalorías usadas por el cuerpo para suministrarnos la energía para el trabajo muscular y mantenimiento celular, por esto deben representar el 60% de la ingesta de alimentos diarios; los carbohidratos se encuentran en los cereales, las harinas, el arroz, los azúcares y los vegetales. Las grasas contienen un alto valor calórico, son necesarias en el organismo porque ellas protegen los órganos vitales, transportan las vitaminas A, D, E y K y sirven de aislante térmico, por eso deben constituir el 25% de nuestra dieta; las grasas las conseguimos en la leche y sus derivados, las carnes y los aceites. Las proteínas también forman parte de la dieta del deportista, proporcionan energía pero solamente cuando no exista una cantidad adecuada de carbohidratos y grasas, por lo tanto deben ser el 15% de nuestra ingesta diaria de nutrientes; las proteínas son sustancias indispensables que contribuyen en la reparación de tejidos como: los músculos, la piel, los huesos, la sangre y otros órganos; las proteínas las encontramos en las carnes, el pescado, los huevos, las legumbres, los frutos secos, la leche y productos lácteos.

En los deportes de alta intensidad y larga duración, el rendimiento del atleta está limitado por la disponibilidad de carbohidratos. Las dietas ricas en carbohidratos aumentan al máximo sus reservas y elevan el rendimiento en cada actividad; después de realizar entrenamientos y competencias es necesario un plan de alimentación con un alto contenido de carbohidratos, para recuperar las reservas de glucógeno. También es fundamental hidratarse de manera correcta, debido a que todas las células del cuerpo humano contienen agua, lo que supone el 60% del peso corporal; este vital líquido es necesario para transportar los nutrientes a lo largo de los tejidos, regular nuestra temperatura y mantener el volumen sanguíneo adecuado; una buena hidratación mejora el rendimiento durante el ejercicio prolongado, por esto se debe beber agua durante la práctica deportiva, así como antes y después de la misma.

Un deportista debe considerar todos estos aspectos nutricionales para obtener mejores resultados en la actividad física; en consecuencia, la dieta siempre debe ser equilibrada, energética y acorde a las necesidades de cada persona, según sea el tipo, el momento, la duración y las condiciones del ejercicio.